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lunes, 20 de noviembre de 2023

DOCUMENTOS: CALLEJEROS DE MANZANARES DE 1917

Los callejeros antiguos aportan información muy valiosa para entender la evolución urbanística de una localidad. Con este objetivo de conocer como ha crecido el casco urbano de Manzanares hemos publicado un plano de 1820-1821, que elaboramos partir de la información fiscal contenida en el Cuaderno General de la Riqueza y en el Cuaderno de Contribución Territorial, y un callejero realizado entre 1884 y 1886 por el Instituto Geográfico y Estadístico.

Continuamos con esta línea de trabajo publicando en esta entrada del blog varios callejeros de nuestra localidad elaborados en 1917. Forman parte de los cuatro proyectos presentados al Ayuntamiento ese mismo año para la construcción de la conducción y distribución de agua potable en Manzanares. Este es el motivo por el que en estos callejeros, además del trazado urbano, se puede apreciar la red de tuberías y otras instalaciones hidráulicas que se proponían construir.

El primero de los planos fue elaborado por el arquitecto toledano Roberto García-Ochoa Platas (1881-1960), afincado en esa época en Zaragoza, donde construyó importantes edificios como la sede del Banco Zaragozano. 

Callejero de Manzanares de 1917 elaborado por el arquitecto Roberto García-Ochoa.
Pulsar sobre este ENLACE para ver el plano a pantalla completa.

El siguiente de los callejeros está firmado por el capitán del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Antonio Moreno Zubia en abril de 1917 en Madrid.

Callejero de Manzanares de 1917 elaborado por el capitán de ingenieros Antonio Moreno Zubía.
Pulsar sobre este ENLACE para ver el plano a pantalla completa.


Se pueden apreciar diferencias entre ambos callejeros, sobre todos en las afueras de la población, que según la zona están más detalladas en un plano u en otro. En cualquier caso, se hace evidente un notable incremento en la extensión del casco urbano en relación al anterior callejero disponible de 1884-1886. Durante este periodo la población pasó de casi 9.000 habitantes en 1884 a unos 15.000 en 1917, un incremento del 67%, producto de la prosperidad que trajo a Manzanares el exitoso desarrollo del sector vinícola.

El principal eje de crecimiento urbanístico se localiza en la zona norte en el paseo de la Estación. Si en 1884 la estación del ferrocarril estaba completamente aislada del núcleo urbano y el paseo de la Estación y la Verada no estaban apenas urbanizadas, en 1917 toda esta zona estaba ocupada por elegantes viviendas en la calles principales y multitud de bodegas en las zonas próximas al ferrocarril. A la izquierda del paseo de la Estación aparecen nuevas calles cuyos nombres reflejan el carácter emprendedor de la época: calle del Trabajo, del Comercio, de la Industria y del Progreso. Entre el Paseo de la Estación y la Verada se han creado las calles Colón (actual calle Murillo) y la de Espartero. A la derecha de la Verada sólo hay una calle nueva denominada Cervantes (calle Agustina de Aragón)

Paseo de la Estación.
Callejero de Roberto García-Ochoa (1917).

Otra zona recientemente urbanizada es el antiguo cementerio en los alrededores de la ermita Virgen de Gracia, entre la calle de las Olivas (Padres Capuchinos) y la calle de las Parcas (Libertad). No sólo se había construido el Gran Teatro (1911), sino que además se habían prolongado varias calles cruzando el solar del antiguo cementerio, como es caso de la calle Cañameros (Molinos de Viento). 


Zona del antiguo cementerio de la ermita de la Virgen de Gracia.
Callejero de Antonio Moreno (1917).

Otra área de evidente crecimiento es hacia el este, en la carretera de La Solana, que estaba parcialmente urbanizada en ambas aceras desde la calle de Toledo hasta la calle de la Prensa en las cercanías del actual cuartel de la Guardia Civil. En 1884 el núcleo urbano terminaba por esta zona en la actual calle Jacinto Benavente. 

Sin embargo, por la zona sur y oeste no se observa apenas crecimiento. El núcleo urbano continuaba en 1917, al igual que en 1884, delimitado al sur por las calles Matadero y San Blas y al oeste por el río Azuer. Continuando por este recorrido por la periferia de Manzanares, en el noroeste había otro incipiente punto de expansión en el actual barrio de la Divina Pastora, en donde se aprecia en 1917 las primeras áreas urbanizadas al otro lado de las vías del ferrocarril, en los inicios de la actual calle del Calvario, llamada en 1917 Camino a Madrid Moderno.

Incipiente urbanización del actual barrio de la Divina Pastora. 
Callejero de Roberto García-Ochoa (1917).

Otra novedad en los callejeros de 1917 frente al de 1884 es la construcción de importantes edificios fuera del casco urbano como puede ser la central eléctrica (1895), la fábrica de harinas, la plaza de toros (1900) o la ampliación del matadero. Estos edificios son una muestra más de la pujanza económica de Manzanares en esa época, en las que empresas con capital local consiguieron traer la luz eléctrica o construir una de las mayores fábricas de harinas de toda España. La plaza de toros también surgió por la iniciativa de un inversor privado, en este caso de Isidro Bautista Shwart.

Central eléctrica, fábricas de harinas y plaza de toros.
Callejero de Roberto García-Ochoa (1917).

Los callejeros también nos permiten ver cómo ha evolucionado el nombre de las calles a través del tiempo. Esta evolución es un interesante reflejo de valores y costumbres de cada época. Es cierto que estos nombres permanecieron durante siglos casi inalterados con muy pocas modificaciones, ya que no fue hasta el siglo XX cuando se hizo costumbre que cada cambio de régimen político llevara aparejado un renombramiento del callejero. Por otro lado, hemos observado curiosas discrepancias en los nombres entre los dos callejeros de 1917 y quizá sea esto debido a que una misma calle se conocía de forma popular de varias formas o, simplemente, por errores cometidos por los autores que, al fin y al cabo, no eran de Manzanares. Por todo ello, a modo de resumen y en un intento de sistematización y esclarecimiento, vamos a documentar cómo evolucionaron los nombres de las calles en los tres periodos que hemos analizado hasta ahora (1820-1821, 1884-1886 y 1917), pero este análisis será objeto de otra entrada del blog.

Miguel Ángel Maeso Buenasmañanas, noviembre de 2023


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domingo, 22 de marzo de 2020

MANZANARES HACE 200 AÑOS: El trazado urbano según los Cuadernos Generales de Riqueza (1820)

Aprovechando la valiosa información que contienen los Cuadernos Generales de Riqueza de 1820 que se conservan en el Archivo Municipal de Manzanares, y que han sido explicados en una entrada anterior de este blog, vamos a publicar una serie de artículos cuyo objetivo es describir como era Manzanares dos siglos atrás, en tiempos del reinado de Fernando VII. El primero de estos artículos está dedicado a explicar cómo era el trazado urbano de nuestra localidad.

En los Cuadernos Generales de Riqueza los contribuyentes se ordenan por las calles en las que residen. De esta forma, podemos saber el nombre de todas las calles existentes en 1820 y el número de vecinos que vivían en ellas. Con esta información se ha elaborado un plano del Manzanares de hace dos siglos. Para facilitar la lectura del texto se van a nombrar las calles por su nombre actual y entre paréntesis se pondrá, en caso de que haya variado, el nombre que tenían en 1820.

Pulse sobre esta enlace para ver la imagen en su tamaño original.

La población de Manzanares, que rondaría los 8.400 habitantes, residía en un casco urbano considerablemente más pequeño en comparación con la actualidad. Desde el núcleo medieval en torno al castillo, la localidad había crecido principalmente en dirección norte, por las calles del Virgen Carmen y Jesús del Perdón (Ancha), y en dirección este, por las calles Empedrada y San Marcos.

Hacia el sur la ciudad no había avanzado prácticamente desde su fundación en tiempos medievales, ya que el límite de la localidad lo marcaba el castillo y la calle Independencia (Toledillo). Hacía el oeste, el crecimiento estaba limitado por el caz del río Azuer, que discurría muy próximo a la localidad por los actuales paseos del Río. Manzanares llegaba hasta la avenida Cristóbal Colón (Fachada del Río y San Isidro) pero debería ser una calle mucho más corta que en la actualidad y escasamente poblada ya que la proximidad del río, y por tanto las posibilidades que ofrecía para el riego, hacía que esta zona estuviese llena de huertas y escasamente urbanizada. Por el norte, la población terminaba en calles Gibraltar (Donas) y Virgen de la Paz (Estación) y por el este, las últimas calles eran Jacinto Benavente (Lugarejo) y Molinos de Viento (Cañameros y Cruz de Toledillo). 

La fisonomía y economía de Manzanares estaba muy marcada por la existencia del Camino Real, que atravesaba la población y que comunicaba Andalucía y Madrid. El Camino entraba en la localidad desde el norte por el actual paseo de la Estación y salía en dirección sur por la avenida de Andalucía. El tráfico de mercancías y personas por el Camino había propiciado la existencia de numerosas ventas, posadas y mesones en Manzanares y sus alrededores. En 1804, según el “Expediente del Conde Guzmán[1], había siete posadas y un mesón en el núcleo urbano y tres ventas en las cercanías. La Guerra de la Independencia supuso un duro golpe para este sector económico ya que, según el Manuscrito de La Merced, cuatro posadas acabaron arruinadas y el resto muy deterioradas. Tenemos constancia de que en los años posteriores a la guerra se restauraron varios de estos de edificios y volvieron abrir sus puertas al público, retomando esta importante actividad económica de Manzanares.

La mayor parte de estos establecimientos se situaban en el recorrido del Camino Real, especialmente en las entradas de la población. La posada de Treviño, en la esquina de las calles Pérez Galdós y Toledo, era el primer edificio de Manzanares que podían ver los viajeros que llegaban desde Madrid. En el extremo contrario, en la avenida Cristóbal Colón (San Isidro y Fachada del Río) se encontraban la posada nueva del marqués de Salinas y la posada del Río. Muy cercanas a éstas, en la calle de la Cárcel se ubicaba el mesón del Toro. Mención especial merece la posada del Río, que continuó con su actividad hasta finales del siglo XX, siendo demolido el centenario edificio en 1992.

Posada del Río en el siglo XX.

La zona comercial por excelencia de Manzanares era la plaza, donde se celebraba el mercado, y las calles cercanas como la de la Cárcel. Buena parte de los vecinos que vivían en esta zona tenían ingresos por tiendas, que ocuparían seguramente los bajos de sus viviendas.

Entre los edificios civiles más importantes que existían en Manzanares en la época podemos destacar la casa consistorial, el pósito municipal, la casa de la tercia, el castillo, la cárcel o el hospital de San Cayetano.

La casa consistorial se ubicaba en la plaza, en el edificio que actualmente se utiliza como salón de plenos del Ayuntamiento. El pósito municipal en la calle Manifiesto (Cruz del pósito) era un depósito de cereales de carácter público cuyo objetivo era estabilizar los precios y evitar el desabastecimiento. En épocas de abundancia compraba cereal para almacenarlo, que en momentos de escasez prestaba a los agricultores a bajos tipos de interés.

La casa de la tercia, entre las calles Villareal y Tercia, fue construida en el siglo XVI por el comendador Alonso Fernández de Córdoba y Aguilar para que sirviese de almacén de los productos agrícolas y ganaderos que pagaban los vecinos por los diezmos. El edificio recibió este nombre por la forma de reparto de la recaudación obtenida por este impuesto: dos tercios correspondían a la Encomienda y uno al arzobispado de Toledo.        

Fachada de la casa de la tercia en la calle Villareal.

El castillo era el centro administrativo de la Encomienda y en sus orígenes servía también de residencia para el comendador. Desde 1733 el cargo de comendador de Manzanares había recaído en infantes de España que nombraban a administradores para que gestionasen la Encomienda, mientras seguían residiendo en la Corte. Por tanto, el castillo había perdido ya desde el primer tercio del siglo XVIII esta función de residencia de los comendadores.

El aspecto del castillo en 1820 debía ser todavía el de una fortaleza de carácter militar. En la reciente guerra de la Independencia los franceses lo habían utilizado como cuartel y habían realizado obras para reforzar sus defensas. Años después, en 1836 durante la Primera Guerra Carlista, el castillo sirvió de protección a las tropas isabelinas. Ante la proximidad del general carlista Cabrera, la guarnición isabelina abrió el foso que rodeaba la fortaleza para mejorar su capacidad defensiva[2].

La primera línea de defensa del castillo era el ya mencionado foso, que tenía un ancho y una profundidad de 4 varas (3,35 metros). A continuación, se encontraba la muralla almenada que rodeaba todo el recinto en forma de cuadrado y que contaba en las esquinas con al menos dos cubos o torres. El perímetro total de la muralla rondaba los 267 metros. Hasta el siglo XVI se accedía al castillo por un puente levadizo, pero tras un accidente del comendador, que cayó con su caballo al foso por el mal estado de la madera, se decidió construir un puente fijo de cal y canto, con un solo ojo y pretiles a ambos lados. En el interior del recinto, organizado en torno a tres patios, destacaba la imponente torre del homenaje de cuatro cuerpos de altura y que permitía una visión privilegiada de toda la zona circundante. Un rasgo muy característico del castillo de Manzanares es que sus murallas estaban construidas con tapial (tierra arcillosa compactada), en lugar de utilizarse otro material más resistente como la piedra. No es nada habitual que pervivan hasta el presente fortalezas de tapial con ochos siglos de historia a sus espaldas[3].

Plano del castillo de Manzanares, realizado por Juan de Ávila Gijón Granados.
Publicado en el programa de las Jornadas Medievales de 2014.


Fotografía más antigua que se conserva del castillo de Manzanares (1900).

Otro importante edificio era la cárcel, que estuvo en funcionamiento como prisión del partido judicial durante el siguiente siglo hasta el año 1929. Sobre el solar en el que estaba ubicada la cárcel se construyó en 2003 la actual biblioteca municipal.

En la calle Virgen de la Paz (Estación) encontramos el último de los edificios civiles que hemos enumerado: el hospital de San Cayetano, de reciente fundación en 1820. La Guerra de la Independencia había supuesto la destrucción por las tropas francesas del antiguo hospital de Altagracia, cuyo origen databa de finales del siglo XV, dejando a Manzanares sin ninguna institución sanitaria. Tras el final de la guerra en 1814 se creó una junta de carácter benéfico encabezada por algunos de los mayores contribuyentes[4] de Manzanares que consiguieron poner en marcha el nuevo hospital de San Cayetano. Para ello, contaron con el apoyo del infante Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, que donó una casa de su propiedad en la calle Virgen de la Paz (Estación) para que sirviera de sede del nuevo hospital[5]. Este hospital, bajo diferentes nombres, estuvo en funcionamiento hasta 1973, cuando se inauguró el hospital Virgen de Altagracia.

Otros edificios destacables del Manzanares de 1820 eran las casas señoriales o solariegas de familias hidalgas y nobles. Muchas de estas familias se asentaron en Manzanares a consecuencia de su nombramiento para ejercer cargos, reservados al estamento nobiliario, en la Encomienda o en la administración municipal. Estas casas se ubicaban en las cercanías de la plaza, en calles como Virgen del Carmen, Empedrada, Manifiesto (Cruz del Pósito), Monjas, Cárcel o Jesús del Perdón (Ancha). Los escudos nobiliarios en sus elegantes fachadas las hacían destacar sobre el resto de edificios de la población. Estas casas solían estar divididas en dos zonas muy diferenciadas. La zona más noble, destinada a vivienda de sus propietarios, se articulaba en torno a un patio principal con columnas. Desde este patio salía la escalera principal que daba acceso a la segunda planta. En la parte posterior de la vivienda solía haber un gran corral que se usaba para cuadras de animales, almacenamiento de productos agrícolas u otras actividades económicas. Las casas solían contar con cueva, utilizada en muchos casos como bodega para la elaboración de vinos.

Patio principal de la casa de los Merino en la calle Virgen del Carmen.

Aunque en la actualidad este patrimonio histórico puede pasar desapercibido para los manzanareños, todavía se conservaban numerosas casas señoriales o solariegas en el caso antiguo. En el “Catálogo de bienes y espacios protegidos del plan de ordenación municipal de Manzanares”, elaborado en 2016, se identificaron 23 casas señoriales o solariegas anteriores a 1820, muchas de ellas del siglo XVI, que contaban con 13 escudos nobiliarios en sus fachadas[6].

Escudo de la casa palacio marqués de Salinas en la calle Virgen del Carmen.

La casa palacio del marqués de Salinas, en la calle del Virgen del Carmen, es sin duda el ejemplo más relevante de este tipo de edificios. Los Salinas eran una familia hidalga procedente de Burgos que se asentaron en Manzanares para ejercer el cargo de alcaide del castillo en tiempos del comendador Gonzalo Fernández de Córdoba (1526-1545). Durante generaciones, miembros de la familia ejercieron diferentes puestos de responsabilidad en Manzanares como alcaides del castillo, administradores de la Encomienda o regidores perpetuos. A mediados del siglo XVIII, el rey de Nápoles Carlos VII, que posteriormente sería nombrado rey de España con el nombre de Carlos III, concedió el marquesado de Salinas a una rama de la familia asentada en Nápoles. En 1804 Agatino Chacón-Salinas, III marqués de Salinas, regresó a España desde Italia recuperando la propiedad de todos los bienes de la familia[7]. En 1820 las rentas obtenidas por el marqués en Manzanares ascendían a 13.297 reales, que, aun siendo considerables, estaban lejos de los ingresos obtenidos por los vecinos más pudientes.


Casa palacio del marqués de Salinas en la calle del Virgen del Carmen.

En la misma calle Virgen del Carmen se encuentra otra relevante casa solariega perteneciente a la familia Merino, edificio utilizado en la actualidad como sede del Centro Cultural Ciega de Manzanares. En esta casa se alojó en 1575 Santa Teresa de Jesús, con ocasión de un viaje que realizaba entre Malagón y Beas de Segura. Este tipo de casas eran propiedad de los vecinos más acaudalados de Manzanares. En este caso, el dueño del edificio en 1820 era Juan José Merino de la Fuente Parreño[8], que con una renta de 38.177 reales era el cuarto mayor contribuyente de la localidad. La relevancia de la familia Merino se pone de manifiesto por sus enlaces matrimoniales. La hermana de Juan José estaba casada con el conde de la Casa Valiente y el propio Juan José había emparentado con otra importante familia de La Solana, los Antolínez de Castro[9].


Casa solariega de los Merino en la calle Virgen del Carmen.

En la calle Jesús del Perdón (Ancha), esquina con la calle Mayorazgo, se encontraba otra destacable casa solariega, propiedad de la familia Quesada. El origen de la familia en Manzanares fue Bernardo de Quesada que en el siglo XV se asentó en la localidad como acompañante de su tío, el nuevo comendador Alonso Dávila. Esta casa desafortunadamente fue derribada en la segunda mitad del siglo XX para hacer un bloque de pisos de cuestionable estética. La actual Casa de la Cultura de Manzanares, contigua a la anterior, podría haber sido en el pasado también propiedad de esta familia. Los Quesada tenían instituido un mayorazgo cuyo titular en 1820 era Donato de Quesada Arce que, como ya hemos comentado, era el vecino más acaudalado de Manzanares con una renta de 44.592 reales.

La casa solariega de los Quesada está en la fotografía a la izquierda en segundo plano, en la esquina de la calle Jesús del Perdón con Mayorazgo

Tras repasar algunos de los ejemplos más representativos de la arquitectura civil de Manzanares, no podemos dejar de lado las más importantes edificaciones de la época: iglesias, ermitas y conventos. La más relevante era sin duda la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Fue inaugurada en 1520 para sustituir a la antigua iglesia parroquial ubicada originalmente en las proximidades del castillo, posiblemente en el mismo lugar que ocupa en la actualidad el colegio San José.

En 1571, tras la celebración del Corpus Christi, una vela puesta delante del Santísimo Sacramento provocó un incendio que durante tres horas devastó el templo destruyendo el retablo, joyas y ornamentos. Tuvieron que pasar casi 40 años hasta que se reunieron los fondos suficientes para acometer la construcción de un nuevo retablo. Habría que esperar hasta julio de 1608 para ver terminado el nuevo retablo de estilo manierista en el que participaron artistas de primer nivel. Fue realizado por los hermanos Ruiz de Elvira, procedentes de Almagro. En las calles del retablo se incluyeron cuatro lienzos pintados por el italiano Bartolomé Carducho, que había colaborado en la decoración del monasterio de El Escorial y que llegó a ser pintor de cámara de Felipe III. Los frescos de la bóveda fueron realizados por el también italiano Juan Bautista Peroli, autor de los impresionantes frescos del palacio del marqués de Santa Cruz, en la cercana localidad del Viso del Marqués. Todas estas obras, junto a su impresionante portada principal, convirtieron a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en una de las más valiosas obras de arte del Campo de Calatrava. En 1820, año en el que se cumplía el tercer centenario de su inauguración, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción conservaba todo su esplendor artístico. Desgraciadamente, buena parte de este patrimonio, acumulado durante siglos con el esfuerzo de generaciones de manzanareños, se perdió con el incendio de julio de 1936, en los inicios de la Guerra Civil española. Este conflicto bélico fue, sin lugar a dudas, el más destructivo y oneroso para el patrimonio artístico de Manzanares.

Altar mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Fotografía realizada entre 1927 y 1936 por el portugués Antonio Passaporte.
  (Colección Casa Lotty).

Una de las fotografías más antiguas que se conservan del exterior del templo.
Fue tomada el 6 de marzo de 1896 por el francés Óscar Vaillard Gascard.

La importancia de la religión en la sociedad española de principios del siglo XIX se pone de manifiesto en la existencia de al menos siete ermitas en el reducido casco urbano del Manzanares de 1820. Sólo tres de estas ermitas se conservan en la actualidad: San Antón, de la Veracruz y Virgen de la Paz (ésta última llamada de Santa Quiteria en 1820). Tres desaparecieron a consecuencia de los procesos desamortizadores del siglo XIX (San Juan, San Isidro y San Sebastián) y una cuarta (Nuestra Señora de Gracia) fue destruida durante la Guerra Civil.

La ermita de San Juan estaba ubicada en la esquina de la calle Virgen de Gracia (San Juan) con Blas Tello (Monjas), en el solar en el que actualmente ocupa un edificio de Telefónica.  Fue utilizada como colegio hasta los años 60 del siglo XX. La ermita de San Isidro se localizaba en la entrada del Camino Real de Andalucía, aproximadamente en el mismo sitio en el que actualmente se ubica el kiosco de la música. La ermita de San Sebastián fue comprada durante la desamortización por el marqués de Salinas e integrada en su casa palacio de la calle Virgen del Carmen.

Antigua fotografía de la ermita de San Antón.

De especial relevancia en la época era la ermita de Nuestra Señora de Gracia.  Su tamaño, antigüedad, riqueza artística y devoción de los vecinos le hacían destacar sobre el resto de ermitas. Se empezó a construir en 1493 sobre otro antiguo templo de menores dimensiones. A sus alrededores se encontraba el cementerio parroquial, principal lugar de enterramiento en Manzanares.

Hasta principios del siglo XIX, el lugar habitual de enterramiento era en el interior o los alrededores de recintos religiosos como iglesias, monasterios o ermitas. En el año 1787, una Real Orden de Carlos III dispuso que se construyeran los cementerios fuera de las poblaciones, ley que fue reiterada durante el reinado de su hijo Carlos IV en 1804. El objetivo de estas leyes era evitar que se propagasen enfermedades o epidemias por la descomposición de los cadáveres. A consecuencia de esta normativa, la mayor parte de los enterramientos en Manzanares se empezaron a realizar en el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de la Gracia, que como podemos comprobar en el plano de 1820, estaba en las afueras del casco urbano y que, por tanto, cumplía con los requisitos de la nueva legislación. Fue el único templo que no fue reconstruido tras la Guerra Civil. Hubo que esperar hasta 1975 para que, en el mismo solar que ocupó la ermita de Nuestra Señora de Gracia, se construyese la iglesia de Nuestra Señora de Altagracia.

Ermita Nuestra Señora de Gracia.
Foto obtenida del libro “Manzanares: Guerra de la Independencia” de Antonio García-Noblejas.

Retablo barroco de la ermita de Nuestra Señora de Gracia.
Foto obtenida del libro “Manzanares: Guerra de la Independencia” de Antonio García-Noblejas.

El único convento existente en Manzanares en 1820 era el de las franciscanas, inaugurado en 1592 y que ha estado en funcionamiento durante más de cuatro siglos, hasta su reciente cierre 2018. La Guerra de la Independencia había supuesto, poco años antes, la desaparición del convento de los Carmelitas Descalzos, al ser demolido por las tropas francesas para dejar una gran zona libre de edificios alrededor del castillo, para mejorar sus opciones de defensa.

Para terminar, otra conclusión muy interesante que se puede obtener a partir de los Cuadernos Generales de Riqueza relacionada con el trazado urbano es la distribución de la riqueza por calles y barrios, pudiéndose identificar zonas claramente diferenciadas por su nivel de renta. En general, en el casco antiguo, en las calles alrededor de la plaza, vivían los vecinos con mayor renta. La renta media por vecino superaba los 3.000 reales en calles como Carmen, Mayorazgo, Reyes Católicos (Trompas), Morago, Villareal, Manifiesto (Cruz del Pósito) y Doctor Fleming (Doctor). En esta zona el número de pobres y jornaleros no llegaba al 10% de los vecinos.

En las afueras de la población se encontraban los barrios con peor situación económica, con una renta media que no llegaba a los 300 reales y más de un tercio de los vecinos calificados como pobres o jornaleros. En el límite norte de Manzanares destacaban por su nivel de pobreza la parte final de la calle Jesús del Perdón (Chorrero) y las calles Gibraltar (Donas) y Carrilejo. Hacia el este se localizaba otra zona depauperada en las calles San Marcos, Molinos de Viento (Cañameros) y Jacinto Benavente (Lugarejo). En el límite suroeste de Manzanares las calles con menor renta eran Zacatín y la avenida de Cristóbal Colón (Fachada del Río y San Isidro). 

Estas diferencias de renta tan acusadas se explicarán más en detalle en un próximo artículo dedicado a las clases sociales del Manzanares de 1820. 

Miguel Ángel Maeso Buenasmañanas, marzo de 2020






[1] El “Expediente del Conde Guzmán” fue realizado en 1804 por orden del inspector general de caminos, José Naudín y Guzmán. El objetivo del documento era obtener información de todas las posadas existentes en los seis caminos reales a fin de mejorar el hospedaje en estas rutas y facilitar el tránsito de los viajeros. El expediente puede consultarse en el Archivo Histórico Nacional.

[2] Periódico El Castellano del 17 de noviembre de 1836.

[3] Para la descripción del castillo se han seguido las siguientes fuentes:

[4] Los promotores del nuevo hospital fueron:
  • Estalisnao Fontes: 25.288 reales de renta y undécimo mayor contribuyente.
  • Francisco Quesada: Falleció en 1818 y sus hijos acumulaban una renta de 44.592 reales, siendo los segundos mayores contribuyentes.
  • Pedro Joaquín Álvarez: 8.669 reales de renta.
  • Juan Merino: 38.177 reales de renta y cuarto mayor contribuyente.
  • Pedro Antonio Carrascosa.

[5] La información sobre el hospital de San Cayetano se ha obtenido de:

[6] Los escudos nobiliarios incluidos en el “Catálogo de bienes y espacios protegidos del plan de ordenación municipal de Manzanares” están ubicados en:
  • Casa del Conde de Sevilla La Nueva en la Plaza de la Constitución, nº8.
  • Casa de Cantalejo en la calle Virgen del Carmen, nº 12.
  • Casa palacio del marqués de Salinas en la calle Virgen del Carmen, nº13.
  • Calle Monjas, nº2.
  • Casa del conde de Casa Valiente en la calle Monjas, nº7.
  • Casa del Conde Aguilar” en la calle Empedrada, nº19.
  • Plaza de la Constitución, S/N.
  • Calle de la Cárcel, nº1.
  • Calle de la Cárcel, nº2.
  • Casa de los Leones en la calle del Manifiesto, nº5.
  • Casa de la Capellanía o de los Corchado en la calle Jesús del Perdón, nº4.
  • Casa del Mesoncillo en la calle Jesús del Perdón, nº8.
  • Casa de la calle Obispo Carrascosa, nº2.

[7] La información sobre la familia Salinas se ha obtenido de:
  • “Manzanares: Guerra de la Independencia”, Antonio García-Noblejas García-Noblejas”, Instituto de Estudios Manchegos”, 1982, páginas 277-281.
  • La estirpe de los Salinas en Manzanares (I)”, Antonio Bermúdez García-Moreno, octubre de 2016.

[8] “Manzanares: Guerra de la Independencia”, Antonio García-Noblejas García-Noblejas”, Instituto de Estudios Manchegos”, 1982, páginas 284-285.

[9] El más relevante miembro de la familia había sido Juan Restituto Antolínez de Castro y Aguilera (1686-1785), que fue teniente general de los ejércitos reales, comandante general interino del reino de Mallorca y comandante general de Extremadura.



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jueves, 19 de diciembre de 2019

DOCUMENTO: CALLEJERO DE MANZANARES DE 1884-1886

Entre los años 1884 y 1886 el Instituto Geográfico y Estadístico elaboró un completo y detallado callejero de Manzanares, que nos permite conocer como era nuestra localidad a finales del siglo XIX. En el callejero también se incluyen los principales edificios públicos, religiosos, industriales... lo que le convierte en un documento de especial interés para conocer nuestro pasado. El callejero está compuesto por ocho planos: uno global de toda la localidad y otros siete parciales.

Plano general de Manzanares. Enlace al plano completo.

Pero sin lugar a dudas son mucho más interesantes los planos parciales por la información detallada que aportan. Empecemos con el plano del centro de Manzanares, que es probablemente la zona que menos cambios ha sufrido con el paso del tiempo.


ZONA CENTRO

Plano del centro de Manzanares. Enlace al plano completo. 

En la plaza nos encontramos tres edificios principales: la iglesia de la Asunción, la casa consistorial y y el desaparecido teatro Calderón. El teatro fue derribado en 1926 para construir sobre su solar el palacio municipal, sede actual del Ayuntamiento. Tras la inauguración en 1929 del palacio municipal, la casa consistorial fue dedicada a otros usos. Entre 1958 y 1985 fue utilizada como biblioteca municipal y en la actualidad ha vuelto a su función original, albergando oficinas municipales y el salón de plenos del Ayuntamiento.

Fotografía de principios del siglo XX. A la derecha, se puede observar la casa consistorial.
En 1885 el aspecto de la plaza debería ser muy similar al que se observa en la foto.

En la calle de la Cárcel encontramos otro importante edificio: la cárcel del partido. Fue cerrada en 1929, cuando se construyó un nuevo recinto carcelario al final de la calle San Marcos. Esta segunda cárcel estuvo en funcionamiento hasta los años 60 del siglo XX y es actualmente un centro de salud.

Hacia el suroeste se puede apreciar que la población llegaba hasta la ermita de San Blas, que es el último edificio que aparece en el plano. Fue construida a mediados del siglo XIX sobre los restos de otra ermita destruida durante la Guerra de la Independencia por las tropas francesas con el objetivo de dejar libre de obstáculos los alrededores del castillo. 

En el plano ya no se hace referencia al castillo. Entre 1864 y 1865 pasó  a manos privadas en los procesos desamortizadores de las propiedades de la Orden de Calatrava. Es probable que en la fecha de elaboración del plano las reformas realizadas por los nuevos propietarios ya hubiesen ocultado a la vista las murallas y las torres del antiguo castillo. Así estuvo oculto el castillo, entre las viviendas construidas sobre sus muros, hasta principios del siglo XXI, cuando fue restaurado y reconvertido en restaurante y hotel. 

Resulta llamativo que siendo esta zona el origen de Manzanares se quedase con el paso del tiempo en el extrarradio. Desde sus inicios, el crecimiento de la población fue principalmente en dirección noroeste por la calle del Carmen y Jesús del Perdón. En esto puede que influyesen las instrucciones urbanísticas de la Orden de Calatrava, que impedían que se construye en los alrededores del castillo, para que no se viesen mermadas sus funciones defensivas con edificios que obstaculizasen la visión o permitiesen a posibles atacantes parapetarse en las proximidades de las murallas.

En este dibujo del castillo de 1900, realizado por un miembro de la expedición de la Asociación Astronómica Británica de visita en Manzanares para observar un eclipse de sol, puede apreciarse que el edificio, excepto por la torre del homenaje que destaca sobre el conjunto, parecía ya más una venta que un castillo

El límite de Manzanares por el sureste era la actual avenida de Cristóbal Colón. En el plano aparece con el nombre de calle Nueva, lo que nos indica su reciente urbanización. Esta zona del plano, en los alrededores del río Azuer, es especialmente interesante por las importantes transformaciones que ha sufrido con el paso del tiempo. En 1885 el río discurría por Manzanares por dos cauces diferentes: la madre vieja y el caz. La madre viaje era el cauce natural del río y el caz fue un desvío artificial del mismo realizado para aprovechar la pendiente y construir molinos de agua en los que moler, principalmente, cereales. A finales de los años 70 del siglo XX el caz fue canalizado de forma subterránea dando lugar al Paseo Príncipe de Asturias. En el plano se puede apreciar como por aquella época el caz discurría paralelo a la actual avenida de Cristóbal Colón. Se identifican varios puentes en esta parte del caz: uno frente a la calle de la Cárcel para el paso de carruajes, otro junto a la carretera destinado al paso de peatones y un tercero por el que discurría la propia carretera de Andalucía.

Se puede observar como en 1885 la fábrica de harinas todavía no se había construido, ya que es un edificio posterior de finales del siglo XIX o principios del XX. Este lugar estaba ocupado por huertas que se aprovechaban para el riego del agua del Azuer.

También en esta zona se puede apreciar la existencia de un lavadero. Fue construido en 1873, al mismo tiempo que las obras de canalización del agua de Siles que llegaban a un depósito cercano que en el plano no se muestra. El agua de Siles era distribuida en la localidad desde este depósito por aguadores por medio de carros-cuba tirados por mulas (1). El agua corriente no llegó a Manzanares hasta la década de los veinte del siglo pasado. Resulta difícil imaginar en la actualidad lo penoso que tendrían que ser las tareas de lavado al aire libre en épocas como el invierno, con bajas temperaturas y el agua prácticamente helada.

Tampoco se hace referencia en el plano a la antigua ermita de San Isidro, que debió estar ubicada frente a la actual calle San Isidro, donde ahora se encuentra el kiosco de la música, por lo que deducimos que en 1885 la ermita ya había desaparecido.

Resulta curioso que muchas calles recibían el nombre de "vuelta de", como podemos apreciar en el plano como, por ejemplo, con la primera, segunda y tercera vuelta de la Empedrada. Normalmente, eran calles perpendiculares a una principal de la que tomaban el nombre, en este caso de la calle Empedrada.


ZONA SAN ANTÓN

Plano zona ermita San Antón. Enlace al plano completo.

Continuando hacia el noroeste en el plano, podemos ver que los límites de Manzanares estaban marcados por el caz del río Azuer y la vía del ferrocarril. En la zona del río, la última calle urbanizada se correspondía con la actual Amapola, aunque se aprecian algunas construcciones en la esquina de la calle Menéndez Pelayo con la avenida de Cristóbal Colón. La calle Amapola aparece en el plano con el nombre de calle de las Fábricas y puede observarse que justo al final, en las cercanías del río, se indica la existencia de una fábrica de harinas, que daría nombre a la calle.

El río estaba rodeado de una área arbolada que en el plano es denominada Paseos del Río y que, como en el presente, sería una zona de esparcimiento en los meses veraniegos para los manzanareños. La parte final de la actual calle Ramón y Cajal se llamaba calle de la Feria, lo que parece indicar que debía ser el lugar en el que se celebrasen las fiestas de la localidad.

En esta parte del plano aparecen tres ermitas que aún hoy continúan existiendo: la ermita de San Antón, que era utilizada como escuela para niños; la ermita de Jesús Nazareno, hoy llamada de la Veracruz; la ermita de Santa Quiteria, conocida ahora como ermita de la Virgen de la Paz.

La actual calle Jesús del Perdón era llamada en la parte más cercana a la plaza como calle Ancha y a partir de la ermita de Santa Quiteria como calle del Chorrero, terminando en la vía del tren. No había más edificaciones pasando la vía, por lo que el barrio que hoy conocemos como Divina Pastora no existía en 1885.


ZONA DEL ANTIGUO HOSPITAL

Plano zona antiguo hospital. Enlace al plano completo

En este plano podemos observar los límites de Manzanares por el norte. La localidad terminaba aproximadamente en el lugar en el que hoy está ubicado el colegio de Altagracia. Las últimas calles son Donas y Serranos que se corresponden con las actuales Gibraltar y Pérez Galdós. En el Paseo de la Estación apenas se ven un par de edificaciones separadas del resto del núcleo urbano. La carretera de Andalucía en dirección Madrid salía de la población por la calle Camarenas. 

El principal edificio de esta zona es el hospital de La Caridad, que estuvo en funcionamiento hasta la inauguración del hospital Virgen de Altagracia en 1973 y que hoy día es una residencia de ancianos. En 1885, coincidiendo con la elaboración de este plano, se habían realizado importantes obras de ampliación y reforma del hospital por iniciativa del médico manzanareño Alfonso González-Mellado Buenasmañanas. El final de las obras del hospital coincidió con una epidemia de cólera que afectó duramente a Manzanares en ese mismo año de 1885.

En la calle Trompas, actual Reyes Católicos, se ubicaba otra escuela, que en este caso era tanto para niños como para niñas.


ZONA ERMITA NUESTRA SEÑORA DE GRACIA

Plano zona ermita Nuestra Señora de Gracia. Enlace al plano completo.

Hacia la zona este destacaba la ermita de Nuestra Señora de Gracia, destruida durante la Guerra Civil y en cuyo solar se edificaría en los años 70 del siglo XX la parroquia de Nuestra Señora de Altagracia. Los alrededores de la ermita eran utilizados como cementerio. Este camposanto ocupaba una amplia superficie que se correspondería con la actual ubicación del Gran Teatro, los juzgados, la Casa del Pueblo, llegando probablemente hasta la actual calle de la Flor.

Hasta principios del  siglo XIX, el lugar habitual de enterramiento en Manzanares era en el interior de las iglesias o en los alrededores de las mismas. En el año 1787, una Real Orden de Carlos III dispuso que se construyeran los cementerios fuera de las poblaciones, ley que fue reiterada durante el reinado de su hijo Carlos IV en 1804. El objetivo de estas leyes era evitar que se propagasen enfermedades o epidemias por la descomposición de los cadáveres. 

A consecuencia de esta normativa, la mayor parte de los enterramientos en Manzanares se empezaron a realizar en el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia. A principios del siglo XIX, esta zona estaba fuera del casco urbano y que, por tanto, cumplía con los requisitos de la nueva legislación. Esta situación empezó a cambiar con la apertura de la estación de tren en 1860 y el desarrollo urbanístico que esto propició. Podemos observar en el plano que el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia quedaba justo en la dirección de crecimiento natural de la población hacia la estación de tren. 

Por ello, tras un acuerdo entre la Iglesia y el Ayuntamiento se abrió un nuevo cementerio parroquial en 1880 en unos terrenos fuera de la localidad, a la espalda del actual parque del polígono. Por este acuerdo la Iglesia cedió al Ayuntamiento los terrenos del antiguo cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, pero con la condición de que durante un periodo de 25 años no se urbanizase, para dar tiempo a los vecinos a trasladar los restos de sus familiares. Aunque en el plano no se haga alusión al mismo excepto por una calle lateral de nombre Campo-Santo, el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia seguiría albergando en 1885 los restos de numerosos difuntos, ya que apenas habían pasado cinco años desde el acuerdo entre la Iglesia y el Ayuntamiento.

En cuanto a los límites de Manzanares hacia el este, el propio cementerio y la calle del Lugarejo, ahora Jacinto Benavente, marcaban el final de la localidad.

Ermita Nuestra Señora de Gracia a principios del siglo XX


ZONA ESTACIÓN DE TREN

Plano zona estación de tren. Enlace al plano completo.

Como se puede observar en el plano, la estación de ferrocarril se encontraba alejada del núcleo urbano. En el Paseo de la Estación únicamente había algunas edificaciones junto a la calle Toledo y en las cercanías de la propia estación.

La llegada del ferrocarril a nuestra localidad se produjo el 1 de julio de 1860, con la inauguración del tramo entre Alcázar de San Juan y Manzanares, que posibilitó la conexión con la capital de España. En 1865, la finalización del tramo entre Manzanares y Córdoba, permitía viajar a las principales ciudades andaluzas, como Sevilla y Málaga. Hacia el oeste, la línea que comunicaba Manzanares con Badajoz entró en funcionamiento en 1866 y hacia el este, la línea entre Alcázar de San Juan y Alicante había sido ya inaugurada en 1858. 

Todas estas conexiones permitían viajar desde Manzanares a cualquier lugar de España y fueron una de las principales causas del boom económico de nuestra localidad a finales del siglo XIX y principios del XX. El ferrocarril posibilitó la exportación de vino y fomentó el crecimiento de la pujante industria vinícola de Manzanares.

A la derecha del Paseo de la Estación aparece la cañada de la Mancha Alta, que actualmente conocemos con el nombre de cañada Real Soriana. Esta zona no se urbanizó hasta 1910, durante la alcaldía de Antonio Rubio.


ZONA CONVENTO FRANCISCANAS

Zona convento franciscanas. Enlace al plano completo.

Hacia el este, el límite de Manzanares coincidía con la ubicación del actual colegio de la Candelaria, en la confluencia de las calles Anega y Blas Tello. A partir del colegio, la última calle urbanizada era Molinos de Viento y que en 1885 estaba dividida en tres calles independientes: Cañameros, Rosales y Cruz de Toledillo.

En este área de Manzanares se localizaban varios edificios relevantes:

  • El Palacio de Justicia que estaba ubicado en el edificio que posteriormente fue casa de Blas Tello. 
  • La Casa de Correos y Telégrafos situada en la calle Monjas, esquina con la actual calle Orden de Montesa (calle del Correo en el plano). Durante buena parte del siglo XIX Manzanares fue la sede de la Administración Principal de Correos en la provincia de Ciudad Real y a partir de 1857 también contó con línea telegráfica (2).
  • El convento de las Franciscanas, inaugurado en 1592 y recientemente clausurado.
  • El matadero al final de la calle del mismo nombre.
  • La ermita de San Juan, utilizada como escuela de niños y que estaba ubicada en el edificio que ocupa ahora Telefónica.

Una vez repasados todos los planos que forman parte del callejero de 1885, terminamos con una pequeña reflexión sobre la educación de la época. Para una población que en 1885 ascendía a 8.963 habitantes, según los planos solo contaba con dos escuelas para niños y una tercera mixta para niños y niñas. El número de alumnos no podría ser muy elevado ya que en dos de estas escuelas las clases se impartían en edificios de reducidas dimensiones, como era el caso de las ermitas de San Antón y San Juan. En el anuario de 1885 de Bailly-Baillière solo aparecen cuatro profesores de instrucción pública. Posiblemente los colegios contaban con una única aula en la que convivían niños de todas las edades con un solo profesor que impartía todas las materias, excepto en el colegio mixto que habría una aula para niños y otra para niñas. Con estos datos podemos concluir que el analfabetismo debería ser muy alto, especialmente entre mujeres que solo podían escolarizarse en una única escuela. Sorprendentemente, según el censo de 1911, Manzanares era uno de los pueblos con menor analfabetismo masculino de la provincia (35%), teniendo solo Ciudad Real capital una tasa inferior. Es difícil imaginar los medios educativos con los que contarían otros pueblos de la provincia que tenían un nivel de analfabetismo que podía doblar las cifras de Manzanares.


Miguel Ángel Ángel Maeso Buenasmañanas, diciembre de 2019



(1) "Agua de Siles", de Antonio Bermúdez García-Moreno, publicado en el Siembra de septiembre-octubre de 1989.


(2) "El telégrafo y su llegada a Manzanares", de Antonio Bermúdez García-Moreno, publicado en su blog en noviembre de 2017.