El pasado 20 de octubre se conmemoró el décimo aniversario del cese definitivo de la violencia por parte de ETA. Es en estas efemérides cuando se hace más necesario aún recordar a las víctimas. En primer lugar, por el reconocimiento que se le debe tributar a aquellos que perdieron su vida, fueron heridos, secuestrados, extorsionados o amenazados y a sus familiares que tanto sufrimiento han tenido que padecer. No menos importante, el recuerdo de las víctimas es necesario para que la sociedad siga teniendo presente el carácter sanguinario y asesino de la banda terrorista ETA, más en unos momentos en el que individuos como Otegui, con tímidas declaraciones motivadas por oportunistas intereses políticos y muy lejos de un arrepentimiento sincero, quieren que olvidemos los más de cuarenta años de muerte y odio que tienen a sus espaldas.
En esta ocasión queremos modestamente contribuir a mantener el recuerdo de tantos asesinados por ETA a través de la figura de Miguel Miranda Puertas. Aunque nacido en Granada, tenía fuertes vínculos con Manzanares. De hecho, su funeral se celebró en la iglesia de la Asunción y sus restos descansan en el cementerio municipal de nuestra localidad. Estaba casado con la manzanareña Natividad del Moral y uno de sus cuatros hijos vivía en aquella época en Manzanares, donde regentaba el pub La Zagala[1].
Manuel Miranda Puertas tenía 64 años en el momento del atentado, era subteniente músico de la Guardia Civil ya retirado. Su pasión por la música le había llevado a colaborar con la Orquesta Sinfónica de Madrid y la de RTVE.
El fatídico día del 30 de noviembre de 1992, Miguel Miranda regresaba a su casa al mediodía con un compañero de la Guardia Civil, el cabo Julián de la Calle Martín. Residían en Madrid, en la calle Luis de Hoyo Sainz, en el barrio de Moratalaz, en una zona en la que vivían muchos funcionarios del Ministerio del Interior. A las 14:30, cuando se encontraban a pocos metros de sus casas, los terroristas accionaron a distancia un coche bomba con más 30 kilos de explosivos. La onda expansiva afectó de lleno a Miguel Miranda que murió en el acto a consecuencia de las graves heridas y amputaciones sufridas. Uno de los hijos del fallecido fue de los primeros en llegar al lugar del atentado.
La fuerte explosión hirió gravemente al compañero de Miguel Miranda y a otras dos personas de forma leve que se encontraban en las cercanías: Azucena Calvet Martínez, de 18 años, que paseaba por la zona, y a Juana Galindo Sinión, de 73 años, que estaba asomada por la ventana de su casa tendiendo ropa. Además, numerosos vecinos tuvieron que ser atendidos por cortes producidos por los cristales rotos, ya que la onda expansiva hizo añicos centenares de ventanas y vidrieras de terrazas de los bloques colindantes. Una docena de coches quedaron destrozados y otros veinte sufrieron diversos daños.
La familia decidió pasar estos difíciles momentos en Manzanares, celebrando el funeral al día siguiente del atentado en la iglesia de la Asunción y enterrando al difunto en el cementerio municipal. El pueblo de Manzanares estuvo a la altura de las circunstancias acudiendo masivamente a apoyar a la familia, llenando el templo y los exteriores en la plaza de la Constitución. También asistieron muchos medios de comunicación y numerosas autoridades como José María Barreda, por aquel entonces presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha; el gobernador civil de Ciudad Real; el presidente de la Diputación Provincial; autoridades locales encabezadas por el acalde Miguel Ángel Pozas y representantes del poder judicial, Policía Nacional y Guardia Civil.
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A la izquierda, José María Barreda, el teniente coronel Francisco Gálvez y el gobernador civil Tomás Morcillo. A la derecha, numerosos manzanareños en la plaza de la Constitución durante la celebración del funeral. |
El cortejo fúnebre llegó a la iglesia directamente desde Madrid a las 4:15 de la tarde del día 1 de diciembre. Seis guardias civiles portaron el féretro hasta el interior del templo entre ovaciones de los presentes. La ceremonia tuvo que retrasarse unos minutos a petición de la viuda para que diese tiempo a que llegaran familiares que acudían desde Madrid. También solicitó entre sollozos a la prensa que parasen de hacer fotografías, petición que fue inmediatamente atendida por los periodistas. Pasados estos primeros momentos, el acto religioso, oficiado por el párroco Jesús Palop Marín, constituyó una impresionante manifestación de duelo. A la salida del templo se repitieron las ovaciones y algunos gritos entre la multitud contra los asesinos etarras. A continuación, el cortejo fúnebre se dirigió al cementerio municipal donde el difunto fue enterrado al anochecer en medio de un respetuoso y conmovedor silencio.
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A la izquierda la viuda e hijos de Miguel Miranda Puertas. A la derecha, la salida del féretro a hombros de sus compañeros de la Guardia Civil. |
El Ministerio del Interior rápidamente identificó a los etarras José Javier Arizcuren, alias Kanturi, y María Soledad Iparaguirre, alías Anboto, como autores del atentado. Estos dos individuos se encuentran entre los asesinos más sanguinarios de ETA. A José Javier Arizcuren se le atribuyen 20 asesinatos, además de participar en dos secuestros, entre ellos el del funcionario de prisiones José Ortega Lara, y a María Soledad Iparaguirre se le imputan otras 14 muertes. Estos macabros "méritos" les llevaron a ocupar relevantes puestos dentro de la organización terrorista. José Javier Arizcuren fue detenido en 1999 cuando dirigía el aparato militar. Por su parte, María Soledad Iparraguirre era en el momento de su detención en 2004 jefa de administración de ETA, responsable de dirigir las operaciones de cobro, gestión y distribución del impuesto revolucionario.
Ambos fueron detenidos en Francia, y tras cumplir condena en el país vecino, fueron extraditados a España: José Javier Arizcuren en 2006 y María Soledad Iparaguirre en 2019. En nuestro país están siendo juzgados por los delitos cometidos y acumulan enormes penas de prisión.
Cuando en la actualidad algunos demandan la excarcelación o beneficios penitenciarios para los etarras que todavía están en prisión deberíamos tener presente la calaña de semejantes personajes, con un historial, como en el caso de estos dos individuos, lleno de muerte y odio.
El próximo año se cumplirán 30 años del asesinato de Miguel Miranda Puertas. Quizá ha llegado el momento de que en Manzanares se le haga algún reconocimiento público u homenaje a esta persona que, aunque no era manzanareño, tenía estrechos vínculos con nuestra localidad, hasta el punto de que sus restos reposan en nuestro cementerio municipal. Este reconocimiento al menos lo ha tenido en Madrid, ya que en 2008 se le dio su nombre a un parque en el barrio de Moratalaz donde residía. A los actos de inauguración del parque acudieron familiares de Miguel Miranda, acompañados por la presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre y el alcalde Alberto Ruiz Gallardón.
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Los familiares con el alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón, junto a la placa conmemorativa en recuerdo de Miguel Miranda Puertas. |
Esperemos que un acto similar en memoria de Miguel Miranda Puertas pueda celebrarse algún día en Manzanares, es lo mínimo que les debemos a quienes perdieron su vida a manos de los terroristas. Descanse en paz.
Miguel Ángel Maeso Buenasmañanas
Artículo publicado en el número 462 de diciembre de 2021 de la revista Siembra.
[1] El pub La Zagala estaba ubicado en la esquina de la calle Virgen de Gracia con la calle Anega, en el local en el que actualmente se encuentra la tienda de la Cooperativa Jesús del Perdón
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