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jueves, 19 de diciembre de 2019

DOCUMENTO: CALLEJERO DE MANZANARES DE 1884-1886

Entre los años 1884 y 1886 el Instituto Geográfico y Estadístico elaboró un completo y detallado callejero de Manzanares, que nos permite conocer como era nuestra localidad a finales del siglo XIX. En el callejero también se incluyen los principales edificios públicos, religiosos, industriales... lo que le convierte en un documento de especial interés para conocer nuestro pasado. El callejero está compuesto por ocho planos: uno global de toda la localidad y otros siete parciales.

Plano general de Manzanares. Enlace al plano completo

Pero sin lugar a dudas son mucho más interesantes los planos parciales por la información detallada que aportan. Empecemos con el plano del centro de Manzanares, que es probablemente la zona que menos cambios ha sufrido con el paso del tiempo.


ZONA CENTRO

Plano del centro de Manzanares. Enlace al plano completo. 

En la plaza nos encontramos tres edificios principales: la iglesia de la Asunción, la casa consistorial y y el desaparecido teatro Calderón. El teatro fue derribado en 1926 para construir sobre su solar el palacio municipal, sede actual del Ayuntamiento. Tras la inauguración en 1929 del palacio municipal, la casa consistorial fue dedicada a otros usos. Entre 1958 y 1985 fue utilizada como biblioteca municipal y en la actualidad ha vuelto a su función original, albergando oficinas municipales y el salón de plenos del Ayuntamiento.

Fotografía de principios del siglo XX. A la derecha, se puede observar la casa consistorial.
En 1885 el aspecto de la plaza debería ser muy similar al que se observa en la foto.

En la calle de la Cárcel encontramos otro importante edificio: la cárcel del partido. Fue cerrada en 1929, cuando se construyó un nuevo recinto carcelario al final de la calle San Marcos. Esta segunda cárcel estuvo en funcionamiento hasta los años 60 del siglo XX y es actualmente un centro de salud.

Hacia el suroeste se puede apreciar que la población llegaba hasta la ermita de San Blas, que es el último edificio que aparece en el plano. Fue construida a mediados del siglo XIX sobre los restos de otra ermita destruida durante la Guerra de la Independencia por las tropas francesas con el objetivo de dejar libre de obstáculos los alrededores del castillo. 

En el plano ya no se hace referencia al castillo. Entre 1864 y 1865 pasó  a manos privadas en los procesos desamortizadores de las propiedades de la Orden de Calatrava. Es probable que en la fecha de elaboración del plano las reformas realizadas por los nuevos propietarios ya hubiesen ocultado a la vista las murallas y las torres del antiguo castillo. Así estuvo oculto el castillo, entre las viviendas construidas sobre sus muros, hasta principios del siglo XXI, cuando fue restaurado y reconvertido en restaurante y hotel. 

Resulta llamativo que siendo esta zona el origen de Manzanares se quedase con el paso del tiempo en el extrarradio. Desde sus inicios, el crecimiento de la población fue principalmente en dirección noroeste por la calle del Carmen y Jesús del Perdón. En esto puede que influyesen las instrucciones urbanísticas de la Orden de Calatrava, que impedían que se construye en los alrededores del castillo, para que no se viesen mermadas sus funciones defensivas con edificios que obstaculizasen la visión o permitiesen a posibles atacantes parapetarse en las proximidades de las murallas.

En este dibujo del castillo de 1900, realizado por un miembro de la expedición de la Asociación Astronómica Británica de visita en Manzanares para observar un eclipse de sol, puede apreciarse que el edificio, excepto por la torre del homenaje que destaca sobre el conjunto, parecía ya más una venta que un castillo

El límite de Manzanares por el sureste era la actual avenida de Cristóbal Colón. En el plano aparece con el nombre de calle Nueva, lo que nos indica su reciente urbanización. Esta zona del plano, en los alrededores del río Azuer, es especialmente interesante por las importantes transformaciones que ha sufrido con el paso del tiempo. En 1885 el río discurría por Manzanares por dos cauces diferentes: la madre vieja y el caz. La madre viaje era el cauce natural del río y el caz fue un desvío artificial del mismo realizado para aprovechar la pendiente y construir molinos de agua en los que moler, principalmente, cereales. A finales de los años 70 del siglo XX el caz fue canalizado de forma subterránea dando lugar al Paseo Príncipe de Asturias. En el plano se puede apreciar como por aquella época el caz discurría paralelo a la actual avenida de Cristóbal Colón. Se identifican varios puentes en esta parte del caz: uno frente a la calle de la Cárcel para el paso de carruajes, otro junto a la carretera destinado al paso de peatones y un tercero por el que discurría la propia carretera de Andalucía.

Se puede observar como en 1885 la fábrica de harinas todavía no se había construido, ya que es un edificio posterior de finales del siglo XIX o principios del XX. Este lugar estaba ocupado por huertas que se aprovechaban para el riego del agua del Azuer.

También en esta zona se puede apreciar la existencia de un lavadero. Fue construido en 1873, al mismo tiempo que las obras de canalización del agua de Siles que llegaban a un depósito cercano que en el plano no se muestra. El agua de Siles era distribuida en la localidad desde este depósito por aguadores por medio de carros-cuba tirados por mulas (1). El agua corriente no llegó a Manzanares hasta la década de los veinte del siglo pasado. Resulta difícil imaginar en la actualidad lo penoso que tendrían que ser las tareas de lavado al aire libre en épocas como el invierno, con bajas temperaturas y el agua prácticamente helada.

Tampoco se hace referencia en el plano a la antigua ermita de San Isidro, que debió estar ubicada frente a la actual calle San Isidro, donde ahora se encuentra el kiosco de la música, por lo que deducimos que en 1885 la ermita ya había desaparecido.

Resulta curioso que muchas calles recibían el nombre de "vuelta de", como podemos apreciar en el plano como, por ejemplo, con la primera, segunda y tercera vuelta de la Empedrada. Normalmente, eran calles perpendiculares a una principal de la que tomaban el nombre, en este caso de la calle Empedrada.


ZONA SAN ANTÓN

Plano zona ermita San Antón. Enlace al plano completo.

Continuando hacia el noroeste en el plano, podemos ver que los límites de Manzanares estaban marcados por el caz del río Azuer y la vía del ferrocarril. En la zona del río, la última calle urbanizada se correspondía con la actual Amapola, aunque se aprecian algunas construcciones en la esquina de la calle Menéndez Pelayo con la avenida de Cristóbal Colón. La calle Amapola aparece en el plano con el nombre de calle de las Fábricas y puede observarse que justo al final, en las cercanías del río, se indica la existencia de una fábrica de harinas, que daría nombre a la calle.

El río estaba rodeado de una área arbolada que en el plano es denominada Paseos del Río y que, como en el presente, sería una zona de esparcimiento en los meses veraniegos para los manzanareños. La parte final de la actual calle Ramón y Cajal se llamaba calle de la Feria, lo que parece indicar que debía ser el lugar en el que se celebrasen las fiestas de la localidad.

En esta parte del plano aparecen tres ermitas que aún hoy continúan existiendo: la ermita de San Antón, que era utilizada como escuela para niños; la ermita de Jesús Nazareno, hoy llamada de la Veracruz; la ermita de Santa Quiteria, conocida ahora como ermita de la Virgen de la Paz.

La actual calle Jesús del Perdón era llamada en la parte más cercana a la plaza como calle Ancha y a partir de la ermita de Santa Quiteria como calle del Chorrero, terminando en la vía del tren. No había más edificaciones pasando la vía, por lo que el barrio que hoy conocemos como Divina Pastora no existía en 1885.


ZONA DEL ANTIGUO HOSPITAL

Plano zona antiguo hospital. Enlace al plano completo

En este plano podemos observar los límites de Manzanares por el norte. La localidad terminaba aproximadamente en el lugar en el que hoy está ubicado el colegio de Altagracia. Las últimas calles son Donas y Serranos que se corresponden con las actuales Gibraltar y Pérez Galdós. En el Paseo de la Estación apenas se ven un par de edificaciones separadas del resto del núcleo urbano. La carretera de Andalucía en dirección Madrid salía de la población por la calle Camarenas. 

El principal edificio de esta zona es el hospital de La Caridad, que estuvo en funcionamiento hasta la inauguración del hospital Virgen de Altagracia en 1973 y que hoy día es una residencia de ancianos. En 1885, coincidiendo con la elaboración de este plano, se habían realizado importantes obras de ampliación y reforma del hospital por iniciativa del médico manzanareño Alfonso González-Mellado Buenasmañanas. El final de las obras del hospital coincidió con una epidemia de cólera que afectó duramente a Manzanares en ese mismo año de 1885.

En la calle Trompas, actual Reyes Católicos, se ubicaba otra escuela, que en este caso era tanto para niños como para niñas.


ZONA ERMITA NUESTRA SEÑORA DE GRACIA

Plano zona ermita Nuestra Señora de Gracia. Enlace al plano completo.

Hacia la zona este destacaba la ermita de Nuestra Señora de Gracia, destruida durante la Guerra Civil y en cuyo solar se edificaría en los años 70 del siglo XX la parroquia de Nuestra Señora de Altagracia. Los alrededores de la ermita eran utilizados como cementerio. Este camposanto ocupaba una amplia superficie que se correspondería con la actual ubicación del Gran Teatro, los juzgados, la Casa del Pueblo, llegando probablemente hasta la actual calle de la Flor.

Hasta principios del  siglo XIX, el lugar habitual de enterramiento en Manzanares era en el interior de las iglesias o en los alrededores de las mismas. En el año 1787, una Real Orden de Carlos III dispuso que se construyeran los cementerios fuera de las poblaciones, ley que fue reiterada durante el reinado de su hijo Carlos IV en 1804. El objetivo de estas leyes era evitar que se propagasen enfermedades o epidemias por la descomposición de los cadáveres. 

A consecuencia de esta normativa, la mayor parte de los enterramientos en Manzanares se empezaron a realizar en el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia. A principios del siglo XIX, esta zona estaba fuera del casco urbano y que, por tanto, cumplía con los requisitos de la nueva legislación. Esta situación empezó a cambiar con la apertura de la estación de tren en 1860 y el desarrollo urbanístico que esto propició. Podemos observar en el plano que el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia quedaba justo en la dirección de crecimiento natural de la población hacia la estación de tren. 

Por ello, tras un acuerdo entre la Iglesia y el Ayuntamiento se abrió un nuevo cementerio parroquial en 1880 en unos terrenos fuera de la localidad, a la espalda del actual parque del polígono. Por este acuerdo la Iglesia cedió al Ayuntamiento los terrenos del antiguo cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, pero con la condición de que durante un periodo de 25 años no se urbanizase, para dar tiempo a los vecinos a trasladar los restos de sus familiares. Aunque en el plano no se haga alusión al mismo excepto por una calle lateral de nombre Campo-Santo, el cementerio de la ermita de Nuestra Señora de Gracia seguiría albergando en 1885 los restos de numerosos difuntos, ya que apenas habían pasado cinco años desde el acuerdo entre la Iglesia y el Ayuntamiento.

En cuanto a los límites de Manzanares hacia el este, el propio cementerio y la calle del Lugarejo, ahora Jacinto Benavente, marcaban el final de la localidad.

Ermita Nuestra Señora de Gracia a principios del siglo XX


ZONA ESTACIÓN DE TREN

Plano zona estación de tren. Enlace al plano completo.

Como se puede observar en el plano, la estación de ferrocarril se encontraba alejada del núcleo urbano. En el Paseo de la Estación únicamente había algunas edificaciones junto a la calle Toledo y en las cercanías de la propia estación.

La llegada del ferrocarril a nuestra localidad se produjo el 1 de julio de 1860, con la inauguración del tramo entre Alcázar de San Juan y Manzanares, que posibilitó la conexión con la capital de España. En 1865, la finalización del tramo entre Manzanares y Córdoba, permitía viajar a las principales ciudades andaluzas, como Sevilla y Málaga. Hacia el oeste, la línea que comunicaba Manzanares con Badajoz entró en funcionamiento en 1866 y hacia el este, la línea entre Alcázar de San Juan y Alicante había sido ya inaugurada en 1858. 

Todas estas conexiones permitían viajar desde Manzanares a cualquier lugar de España y fueron una de las principales causas del boom económico de nuestra localidad a finales del siglo XIX y principios del XX. El ferrocarril posibilitó la exportación de vino y fomentó el crecimiento de la pujante industria vinícola de Manzanares.

A la derecha del Paseo de la Estación aparece la cañada de la Mancha Alta, que actualmente conocemos con el nombre de cañada Real Soriana. Esta zona no se urbanizó hasta 1910, durante la alcaldía de Antonio Rubio.


ZONA CONVENTO FRANCISCANAS

Zona convento franciscanas. Enlace al plano completo.

Hacia el este, el límite de Manzanares coincidía con la ubicación del actual colegio de la Candelaria, en la confluencia de las calles Anega y Blas Tello. A partir del colegio, la última calle urbanizada era Molinos de Viento y que en 1885 estaba dividida en tres calles independientes: Cañameros, Rosales y Cruz de Toledillo.

En este área de Manzanares se localizaban varios edificios relevantes:

  • El Palacio de Justicia que estaba ubicado en el edificio que posteriormente fue casa de Blas Tello. 
  • La Casa de Correos y Telégrafos situada en la calle Monjas, esquina con la actual calle Orden de Montesa (calle del Correo en el plano). Durante buena parte del siglo XIX Manzanares fue la sede de la Administración Principal de Correos en la provincia de Ciudad Real y a partir de 1857 también contó con línea telegráfica (2).
  • El convento de las Franciscanas, inaugurado en 1592 y recientemente clausurado.
  • El matadero al final de la calle del mismo nombre.
  • La ermita de San Juan, utilizada como escuela de niños y que estaba ubicada en el edificio que ocupa ahora Telefónica.

Una vez repasados todos los planos que forman parte del callejero de 1885, terminamos con una pequeña reflexión sobre la educación de la época. Para una población que en 1885 ascendía a 8.963 habitantes, según los planos solo contaba con dos escuelas para niños y una tercera mixta para niños y niñas. El número de alumnos no podría ser muy elevado ya que en dos de estas escuelas las clases se impartían en edificios de reducidas dimensiones, como era el caso de las ermitas de San Antón y San Juan. En el anuario de 1885 de Bailly-Baillière solo aparecen cuatro profesores de instrucción pública. Posiblemente los colegios contaban con una única aula en la que convivían niños de todas las edades con un solo profesor que impartía todas las materias, excepto en el colegio mixto que habría una aula para niños y otra para niñas. Con estos datos podemos concluir que el analfabetismo debería ser muy alto, especialmente entre mujeres que solo podían escolarizarse en una única escuela. Sorprendentemente, según el censo de 1911, Manzanares era uno de los pueblos con menor analfabetismo masculino de la provincia (35%), teniendo solo Ciudad Real capital una tasa inferior. Es difícil imaginar los medios educativos con los que contarían otros pueblos de la provincia que tenían un nivel de analfabetismo que podía doblar las cifras de Manzanares.


Miguel Ángel Ángel Maeso Buenasmañanas, diciembre de 2019



(1) "Agua de Siles", de Antonio Bermúdez García-Moreno, publicado en el Siembra de septiembre-octubre de 1989.


(2) "El telégrafo y su llegada a Manzanares", de Antonio Bermúdez García-Moreno, publicado en su blog en noviembre de 2017.



viernes, 26 de abril de 2019

EL ANARQUISMO EN MANZANARES Y LA I INTERNACIONAL (1871-1874)

Representantes de los movimientos obreros de Gran Bretaña, Francia e Italia se reunieron en Londres en 1864 para fundar la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), conocida más tarde con el nombre de Primera Internacional de Trabajadores. Los principales ideólogos de este movimiento fueron Karl Marx, Friedich Engels y el anarquista Mijail Bakunin. Desde sus inicios, en el seno de la Internacional surgieron diferencias ideológicas entre los marxistas y los anarquistas. Los marxistas defendían que la Internacional fuera una organización fuertemente centralizada cuyo objetivo último fuera la conquista del estado, justificando la participación en la política burguesa y en las elecciones si fuera necesario para lograr sus fines. En contraposición, los anarquistas preferían que la Internacional tuviera solo labores de coordinación de los movimientos autónomos de cada país, que su objetivo fuera la destrucción del estado y no su conquista y, por último, rechazaban cualquier participación política.

En los años siguientes se celebraron nuevos congresos en diferentes ciudades europeas pero habría que esperar hasta 1868 para que el movimiento obrero español se uniera a la Internacional. En octubre de este año el italiano Giusseppe Fanelli, coincidiendo con la revolución que derrocó a Isabel II, visitó nuestro país para organizar los primeros núcleos internacionalistas en Barcelona y Madrid

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Grupo de fundadores de la Primera Internacional en España.
Fotografía tomada en Madrid, en noviembre de 1868. Giuseppe Fanelli
 aparece en el centro, arriba del todo, con una larga barba.

El sindicalismo en España ya contaba en esa época de cierta madurez, sobre todo en zonas industriales como Cataluña donde ya se habían celebrado dos congresos obreros en 1865 y 1868 de ámbito regional. Estas estructuras facilitaron las actividades de propaganda realizadas por Fanelli y posibilitaron una rápida extensión de la Internacional por España. En junio de 1870, durante la celebración de un tercer congreso obrero en Barcelona, se fundó la Federación Regional Española integrada en la I Internacional (FRE-AIT). A este evento asistieron representantes de 149 sociedades obreras de todo el país que sumaban más de 15.000 afiliados.


Grabado del Congreso Obrero de 1870 que se celebró en el Teatro Circo de Barcelona

En estos primeros años, durante el periodo conocido como el Sexenio Revolucionario (1868-1874), el movimiento obrero pudo desarrollarse en España con relativa facilidad amparándose en los derechos de expresión, reunión y asociación recogidos en la Constitución de 1869, aprobada tras el derrocamiento de Isabel II. No deja de sorprender esta permisividad por parte de las autoridades de la época teniendo en cuenta que en el ideario de la Internacional estaba la revolución social y la destrucción o conquista del estado.

La situación empezó a cambiar tras los sucesos de la Comuna de París, que provocaron una gran consternación entre los partidos monárquicos gobernantes por el temor a que la revolución pudiera estallar también en España. Estos temores tenían fundamento ya que durante el siglo XIX Francia había contagiado a toda Europa con sus movimientos revolucionarios, como en 1830 o 1848. La Comuna de París surgió en la primavera de 1871, después de la derrota francesa en la Guerra Franco-Prusiana, cuando una insurrección socialista se hizo con el control de la capital francesa, promulgando una serie de decretos de carácter revolucionario: autogestión por los obreros de las fábricas, la abolición de los intereses de las deudas, la condonación de los alquileres impagados, etc. Según Karl Marx, la Comuna de París fue el primer gobierno revolucionario de la historia que implantó la dictadura del proletariado y era un ejemplo a seguir por los movimientos obreros de toda Europa. El gobierno provisional de Francia, surgido tras el destronamiento de Napoleón III, acabó con los sublevados tras dos meses de combates y más de 10.000 muertos. Muchos de los supervivientes buscaron refugio en España huyendo de la terrible represión ejercida por el gobierno francés que llegó a fusilar a más de 20.000 personas.

Esta emigración hacia nuestro país de revolucionarios franceses puso en alerta a las autoridades españolas. El 28 de mayo de 1871, coincidiendo con la derrota de la Comuna parisina, el ministro de Gobernación Mateo Sagasta envió una circular a los gobernadores civiles otorgándoles amplios poderes para actuar contra la Internacional. En un debate en el Congreso sobre los sucesos de París, el ministro Sagasta afirmó que los refugiados franceses en España eran delincuentes que se devolverían a Francia en cuanto las  autoridades de ese país pidiesen su extradición.

A principios de octubre de 1871, el gobierno de Malcampo llevó a las Cortes una propuesta de ilegalización de la Federación Regional Española de la Internacional (FRE-AIT) que fue aprobada por amplia mayoría. Según el gobierno “los dogmas proclamados por las asambleas de los internacionales condenan el Estado, la religión, la familia, la propiedad” y debía ser disuelta por “atentatoria a la seguridad del Estado”. Los diputados republicanos fueron los únicos que se opusieron a la ilegalización, destacando en el debate Fernando Garrido, Pi y Margall y Salmerón. Los republicanos manzanareños felicitaron a Garrido por su “defensa de las asociaciones obreras y de las clases trabajadoras”[1]. El apoyo del Partido Republicano a la Internacional se fue diluyendo con el paso del tiempo, cuando los republicanos se percataron de que ambas organizaciones competían por el apoyo de las clases obreras. En Manzanares narraremos más adelante, en esta misma línea, un ejemplo de enfrentamiento entre republicanos e internacionalista locales. Finalmente, la ilegalización de la FRE-AIT no llegó a aplicarse ya que la fiscalía del Tribunal Supremo dirigió una circular a las Audiencias en la que defendía que el derecho de asociación, reconocido en la Constitución, amparaba a los internacionalistas.

Manzanares no solo no permaneció al margen del movimiento obrero surgido a raíz de la  Internacional sino que, además, fue uno de los focos más activos en La Mancha. La primera noticia que tenemos sobre contactos con la Internacional es una donación de cuatro reales realizada desde Manzanares por Ángel Cavanes, en favor de los franceses refugiados en  España tras la derrota de la revolución de 1871, conocida como la Comuna de París[2]. Sería precisamente Ángel Cavanes Caballero, de profesión sombrerero, nacido en Requena en 1842 y vecino de Manzanares, el principal organizador de la Internacional en nuestra localidad[3]. Gracias a su nutrida correspondencia con el Consejo Federal de la FRE-AIT y con periódicos afines podemos reconstruir las vicisitudes de los internacionalistas en nuestra localidad[4].

Tenemos constancia de que Ángel Cavanes ya estaba en contacto con el Consejo Federal en abril de 1872 con el objetivo de formar una agrupación internacionalista en Manzanares[5].  En el mes de julio, tras superar serias dificultades, anunció al Consejo Federal la constitución de la Federación de Manzanares, que junto con la de la capital provincial, fueron las dos primeras de la provincia[6]. Aunque la Federación no llegó a tener más de 15 miembros, la iniciativa y el compromiso de Ángel Cavanes propiciaron una notable presencia de la Internacional en Manzanares, muy por encima de lo que podría esperarse de un grupo tan reducido.

Con el objetivo de captar nuevos afiliados, los internacionalistas manzanareños organizaron conferencias para la lectura de periódicos y discusión de temas de interés[7]. También publicaron reivindicativas y beligerantes proclamas en la prensa,  animando a los trabajadores para que se afiliasen y para que aplastasen “a cuantos por su incansable sed y codicia de chupar nuestros sudores, quieren que continuemos en la denigrante situación en que estamos (en el fango más brutal de la ignorancia)”. El texto completo de esta proclama publicada en El Condenado del 28 de noviembre de 1873 es:

Compañeros: Despertad del largo sueño en el que estamos sumidos, ante esa palanca salvadora como es la Asociación Internacional de Trabajadores, despreciemos toda clase de miras y pasiones que el hambre y la miseria han creado; unámonos todos, con valor y fraternidad hagamos que nuestra unión sea indisoluble, y aplastemos a cuantos por su incansable sed y codicia de chupar nuestros sudores, quieren que continuemos en la denigrante situación en que estamos (en el fango más brutal de la ignorancia). Asociaos todos en cada localidad, los que aún no estéis asociados. Compañeros, acudid para el objeto de que salga la fuerte unión y organización de que tanta necesidad todos tenemos. Valor compañeros todos: que la obra es grande, y por lo tanto grandes deben ser nuestros sacrificios. Compañeros: salud, anarquía y colectivismo. Ángel Cavanes. Miguel Pinto”.

Son continuas las peticiones por parte de Manzanares al Consejo Federal de carteles, folletos y actas de los diferentes congresos obreros que se celebraron en España. También, en alguna ocasión, se solicitó el apoyo en actividades de propaganda de la Federación de Ciudad Real, que contaba con un número muy superior de afiliados[8].

La correspondencia con el Consejo Federal era continua y no se limitaba a la propaganda. Desde Manzanares se enviaban estadísticas sobre los salarios y el número de trabajadores por oficio[9], se participaba en las elecciones internas[10], se hacían propuestas de organización[11], etc. Gracias a estas comunicaciones conocemos algunos datos curiosos sobre la vida económica de nuestra localidad, por ejemplo los salarios en el sector de la construcción, en el que un maestro albañil cobraba en Manzanares 11 reales diarios, frente a los 8 de un oficial o los 6 que cobraba un peón.

Los internacionalistas manzanareños no se limitaron a desarrollar su actividad en nuestra localidad, sino que además hicieron esfuerzos por organizar nuevas agrupaciones en pueblos próximos. Desde Manzanares se enviaron al Consejo Federal direcciones de interesados en formar federaciones en Membrilla, La Solana, Almagro, Daimiel, Torralba de Calatrava, Alcázar de San Juan y Quintanar de la Orden[12]. Estas gestiones fueron fructíferas en el caso de La Solana, que llegó a formar una Federación local con un número de afiliados similar a la de Manzanares. Alcázar de San Juan, Daimiel y Membrilla llegaron a contactar con el Consejo Federal aunque no lograron constituir una federación. Suponemos que en aquella época, y en poblaciones relativamente pequeñas, sería muy difícil encontrar suficientes personas dispuestas a señalarse de forma tan evidente como para formar parte del movimiento sindical de la Internacional. Para personas sin patrimonio, cuya única fuente de ingresos dependía de su trabajo y de la voluntad de sus empleadores, debería ser muy arriesgado dar a conocer públicamente su condición de internacionalistas.

Las diferentes comunicaciones de Cavanes con el Consejo Federal también transmiten las serias dificultades a las que tuvo que enfrentarse para mantener en funcionamiento la Federación manzanareña. Son constantes sus comentarios de queja por la escasez de medios materiales y económicos, incluso se lamentaba de no poder hacer frente al coste del franqueo de las cartas que remitía al Consejo Federal. En enero de 1873 se quejó de la indiferencia de sus compañeros[13]. Esta indiferencia pudo estar provocada por una maniobra del Partido Republicano en Manzanares, que aprovechando el viento a favor de la I República recién proclamada, pretendió captar a los miembros de la Federación local. En palabras de Cavanes los caciques del Partido Republicano hacen una activa y rastrera propaganda para desorganizar esta Federación local[14]. Desde el Consejo Federal animaron en el mes de febrero a Cavanes a continuar, aunque se quedase solo al frente de la agrupación manzanareña[15]. Estos problemas tuvieron que prolongarse durante todo el año 1873, coincidiendo con la I República, ya que en el mes de octubre el Consejo Federal insta de nuevo a Cavanes a continuar con la propaganda para aumentar el número de afiliados “aunque sea solo[16].


Emblema del Consejo Federal


Las dificultades económicas también impidieron a los internacionalistas manzanareños acudir a los congresos obreros organizados por la FRE-AIT en septiembre de 1872 en Zaragoza y en diciembre de ese mismo año en Córdoba. Al menos, en este último congreso, Manzanares estuvo representado por el estudiante José Navarro, que también actuaba en nombre de las federaciones de Gerona, Igualada y Córdoba. En 1874, los internacionalistas manzanareños se pusieron en contacto con las federaciones de La Solana y Úbeda para compartir gastos e intentar enviar un delegado al siguiente congreso que no llegó a celebrarse[17].

Sería precisamente el congreso de Córdoba uno de los más relevantes, ya que las tensiones ideológicas entre las diferentes tendencias provocaron la definitiva división del movimiento obrero en España entre anarquistas y marxistas. Previamente, esta división ya se había producido a nivel internacional en el congreso de La Haya de septiembre de 1872. Los marxistas consiguieron imponer sus tesis sobre la participación en la política burguesa de las organizaciones obreras y expulsaron al anarquista Bakunin. Los disconformes con estas decisiones organizaron un congreso alternativo en la ciudad suiza de Saint-Imier y fundaron una nueva Internacional de ideología anarquista. En el congreso de Córdoba la mayor parte de los delegados rechazaron las decisiones tomadas en La Haya y se adhirieron a la nueva Internacional anarquista.

La Federación de Manzanares tardó en decantarse entre marxistas o anarquistas ya que no fue hasta abril de 1873 cuando tomaron esta decisión. Necesitaron cinco sesiones de debates, lo que denota la existencia de posiciones muy enfrentadas, para decidir finalmente adherirse a la Internacional anarquista. Según el periódico La Federación del 26 de abril de 1873 “después de discutir durante cinco sesiones los acuerdos del Congreso de Córdoba, acordó su aprobación, lo mismo que su conformidad con los del Congreso anti-autoritario de Saint-Imier. La Anarquía y el Colectivismo son la base segura de nuestra organización”.

Este debate coincidió con uno de los momentos de mayor tensión de los internacionalistas manzanareños. En marzo de 1873 decidieron pasar de las palabras a los hechos y fueron a la huelga. Cuatro sombrereros “fulistas[18], entre los que seguro se encontraba Cavanes, “no pudiendo resistir por más tiempo las continuas rebajas en el precio de la mano de obra, se han declarado en huelga[19].  El paro se debió prolongar en el tiempo ya que en una carta enviada el 6 de abril al Consejo Federal se mencionaba el “malestar económico” que estaba ocasionando la huelga[20]. No sabemos cómo terminó esta huelga, si consiguieron su objetivo de obtener mejoras salariales, pero seguro que estuvo relacionada con las represalias que sufrió Cavanes unos meses después. En agosto de 1873 se comunicó desde Manzanares al Consejo Federal que “los burgueses de esta localidad se han puesto de acuerdo para no dar trabajo al compañero Cavanes[21]. Desde la Federación manzanareña solicitaron la solidaridad moral y material de sus compañeros de toda España para aguantar en estas difíciles circunstancias[22]. Las ayudas debían remitirse a Mariano Martín, en la calle Virgen de Gracia nº 8, y a la esposa de Cavanes, Isabel Dolores Fenellós, que vivía en el nº7 de esta misma calle. El boicot contra Cavanes no duró mucho tiempo porque en septiembre ya había sido readmitido en su trabajo[23].

Otro paso adelante de los internacionalistas manzanareños fue su participación en los preparativos para sumarse a la sublevación cantonal contra la I República en el verano de 1873. Aunque los internacionalistas españoles se mantuvieron en general al margen del movimiento cantonal por considerarla una revolución burguesa, sí que hubo conversaciones para evaluar una posible intervención en las que participó la Federación de Manzanares. En una carta del 10 de julio de 1873 del anarquista madrileño Tomás González Morago a la sección belga de la Internacional se describe una reunión en Madrid a la que asisten delegados de numerosas federaciones, entre ellas Manzanares, en la que se discuten los pasos que debían tomarse en caso de insurrección[24]. Se afirma que los internacionalistas estaban bien armados, que disponían de líderes con experiencia militar y que estaban seguros de que podrían contar con el apoyo de soldados que desertarían para unirse a los insurrectos. En el caso de Manzanares, con una Federación que en su mejor momento solo tuvo quince afiliados, plantearse la posibilidad de éxito de una insurrección anarquista era irreal.

En enero de 1874, tras el golpe del general Pavía que puso fin a la I República, el nuevo gobierno del general Serrano decretó la disolución de la Internacional en España por atentar contra la propiedad, la familia y las bases sociales. A pesar de tener que actuar en la clandestinidad, tenemos constancia de que la Federación de Manzanares continuó funcionando y comunicándose activamente con el Consejo Federal hasta, al menos, abril de 1874[25]. En una de las últimas cartas enviadas al Consejo Federal los internacionalistas manzanareños informaban de que habían dado cobijo entre febrero y marzo a Francisco Armijo, que había huido de Baeza por “los infames atropellos que ha sido víctima por parte de la criminal burguesía de Úbeda[26]. Desde Manzanares se le prestó apoyo y se solicitó un préstamo al Consejo Federal para que su mujer pudiera unirse con él[27]. A pesar del buen trato recibido, Armijo salió de Manzanares sin avisar a nadie y dejando sin pagar la fonda donde se alojaba[28].

Habría que esperar hasta el gobierno liberal de Sagasta en 1881, durante el reinado de Alfonso XII, para que en España se volviese a organizar legalmente el movimiento anarquista. Aprovechando que en este año se había reconocido de nuevo el derecho de asociación, se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española. Manzanares, otra vez a la vanguardia del movimiento obrero, y Puertollano fueron las dos primeras federaciones en formarse en la provincia de Ciudad Real[29]. La agrupación de Manzanares estaba formada por ocho sombrereros y resulta lógico pensar que el incansable Ángel Cavanes estuviera otra vez detrás de esta iniciativa.

Miguel Ángel Maeso Buenasmañanas, abril de 2018

(Artículo publicado orginalmente en la revista Siembra, nº 435 y nº 436. Revisado y ampliado en este blog).

(Para más información sobre estos hechos consultar la entrada de este blog https://www.manzanareshistoria.es/2019/01/ya-la-venta-el-libro-manzanares-durante.html)




[3] La información sobre Ángel Cavanes se ha obtenido de su acta de matrimonio en el libro de matrimonios del periodo 1877 – 1887, del archivo de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, página 152. Se casó en primeras nupcias con Dolores Fenellós, que falleció en Infantes el 3 de junio de 1879. El 18 de diciembre de 1881 se casó por segunda vez con María Juana (ilegible) Rojas, natural de Almagro y vecina de Manzanares.

[4] La principal fuente de información para elaborar este artículo han sido las actas, circulares, comunicaciones y cartas del Consejo y de la Comisión Federal de la Federación Regional Española de la Internacional (FRE-AIT). Están publicadas en:

“Actas de los Consejos y Comisión Federal de la Región Española (1870-1874)”, Carlos Seco Navarro, Universidad de Barcelona, 1969, dos volúmenes.

“Cartas, comunicaciones y circulares de la Comisión Federal de la Región Española”, María Teresa Martínez de Sas, Universidad de Barcelona, 1979, siete volúmenes.

Desafortunadamente, solo se conservan las cartas enviadas desde la Comisión Federal a Manzanares y no las respuestas desde nuestra localidad, que seguramente habrían contenido información de mayor interés.

[5] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 30 de abril de 1872. Actas, tomo I, página 121.

[6] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 4 de julio de 1872. Actas, tomo I, páginas 168-169.

[8] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 1 de noviembre de 1872. Actas, tomo I, página 322.

[9] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 1 de noviembre de 1872. Actas, tomo I, páginas 345-346. En este acta se publica una curiosa estadística enviada desde Manzanares con el número de trabajadores y salarios de varios oficios:

             18 maestros albañiles que cobran 11 reales diarios.
             20 oficiales albañiles que cobran 8 reales diarios.
             108 peones albañiles que cobran 6 reales diarios.
             3 maestros cerrajeros y un aprendiz
             3 maestros y 3 oficiales forjadores que cobran entre 520 y 800 reales anuales.
             9 maestros herreros y 6 oficiales que cobran entre 800 y 2.600 reales anuales.
             2 maestros sombrereros.
             3 oficiales sombrereros, dos cobran 15 reales y el otro 12 reales.
             Los maestros zapateros cobran 700 a 1.200 reales anuales.
             Los aprendices zapateros cobran después de tres años 160 reales anuales
Agricultores de 1.700 a 2.000 reales anuales. El sueldo diario en invierno es entre 5,5 y 6 reales diarios y en verano de 8 a 10 reales. La mayor parte del invierno no trabajan.
10 maestros carpinteros y 4 oficiales que cobran entre 4 y 6 reales diarios.
7 aprendices carpinteros que no cobran.
Los carpinteros trabajan tan solo  6 meses al año y los albañiles 9.

[10] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 6 de septiembre de 1872. Actas, tomo I, página 246.

[11] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 14 de febrero de 1873. Actas, tomo II, página 53. En este acta se recoge una propuesta de Ángel Cavanes, para su debate en el próximo congreso de sombrereros, con varias iniciativas:

La cuota de la caja de resistencia se establezca en 75 céntimos de real.
Publicación de un boletín semanal de la Unión
Suspensión de las suscripciones voluntarias a favor de los no socios.
No dar protección a los que no presenten la libreta o el título de socio,
No permitir la salida de la localidad de ningún compañero sin previo aviso de la comisión de colocación de la localidad donde haya resuelto trasladarse.

[12] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 4 de julio de 1872. Actas, tomo I, páginas 168-169.

[13] Carta del 21 de enero de 1873 enviada por la Comisión Federal a Manzanares. Cartas, tomo III, página 36.

[14] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 3 de febrero de 1873. Actas, tomo II, página 40.

[15] Carta del 5 de febrero de 1873 enviada por la Comisión Federal a Manzanares. Cartas, tomo III, página 112.

[16] Carta del 8 de octubre de 1873 enviada por la Comisión Federal a Manzanares. Cartas, tomo VI, página 32.

[17] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 19 de febrero de 1874. Actas, tomo II, página 304.

[18] Esta palabra no aparece actualmente en el diccionario de la Real Academia Española. Podría ser un galicismo proveniente de la palabra “foulard” que significa pañuelo, velo o bufanda.

[19] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 7 de marzo de 1873. Actas, tomo II, página 86.

[20] Carta del 14 de abril de 1873 enviada por la Comisión Federal a Manzanares. Cartas, tomo IV, página 146. En esta carta se responde a otra enviada desde Manzanares el 6 de abril.

[21] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 22 de agosto de 1873. Acta, tomo II, página 116.

[22] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 7 de marzo de 1873. Actas, tomo II, página 86.

Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 22 de agosto de 1873. Acta, tomo II, página 116.

[23] Acta del consejo de la Comisión Federal de la Región Española del 1 de septiembre de 1873. Acta, tomo II, página 126.

[24] La carta escrita en francés está publicada íntegramente en “La première Internationale en Espagne (1868-1888)”, Max Nettlau, 1968, páginas 624-627.

[25] La última carta enviada desde Manzanares al Consejo Federal de la que tenemos constancia está fechada el 6 de abril de 1874. Cartas, tomo VII, páginas 267-268.

[26] Carta del 27 de diciembre de 1874 enviada por la Comisión Federal a Francisco Armijo. Cartas, tomo VI, páginas 320-321.

[27] Acta del consejo de la Comisión Federal de la región española del 23 de febrero de 1873. Actas, tomo II, página 309.

[28] Carta del 1 de abril de 1874 enviada por la Comisión Federal a Manzanares. Cartas, tomo VII, páginas 223.

[29] “La I Internacional en Castilla-La Mancha”, Luis E. Esteban de Barahona, Celeste Ediciones, 1998, página 99.